Aún no ha
empezado la gran mudanza, pero ya estoy preparando cosas para que no me pille
el toro. En verdad estoy nerviosa y algo asustada, pero supongo que es normal.
Todo es nuevo, y es una etapa más. Una etapa que me está haciendo ver que ya no
soy una niña. Hoy, mientras empaquetaba todo, pensaba en dónde colocarlo todo…
pero claro… hay cosas que no tiene mucho sentido que ponga en nuestra nueva
casa. ¿Dónde voy a meter los pósters que llevan años adornando mis paredes?
Esos pósters que sólo me traen buenos recuerdos.
Fotos, recortes, camisetas en la pared. Mi
habitación es la habitación de una niña adolescente despreocupada y que es
feliz viendo el rostro de su cantante favorito. Esa niña ya no soy yo… esa niña
quedó en el recuerdo, un recuerdo que no sé cómo guardarlo. En verdad, tengo
algunas ideas que se me han ido ocurriendo gracias a mi madre y a mi hermanita
adoptiva, así que en estas semanas buscaré la manera de guardar esos recuerdos,
porque no quiero deshacerme de ellos. No confío en que mi memoria los guarde
por siempre.
Y bueno, ésta
tarde sólo hemos empaquetado dos cajas, y hemos tirado tres bolsas de basura, aún
queda mucho por tirar y guardar, pero vamos, que tengo tiempo. En teoría, la
gran mudanza será en Noviembre, si todo sale como debe de salir.
1 comentario:
Mi profesor me habrá echado de menos.
Menos mal que me has cortado el escote. Se me veía todo. (cara colorá)
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